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Uro- Ginecología

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Incontinencia urinaria

La incontinencia urinaria, pérdida del control de la vejiga, es un problema frecuente y que a menudo causa vergüenza. La intensidad abarca desde perder orina ocasionalmente cuando toses o estornudas hasta tener una necesidad de orinar tan repentina y fuerte que no llegas al baño a tiempo.

Aunque ocurre con más frecuencia a medida que las personas envejecen, la incontinencia urinaria no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Si la incontinencia urinaria afecta tus actividades diarias, no dudes en consultar al médico.

 

Síntomas

Muchas personas experimentan pérdidas de orina menores y ocasionales. Otros pueden perder cantidades pequeñas o moderadas de orina con mayor frecuencia.

Los tipos de incontinencia urinaria comprenden:

  • Incontinencia de esfuerzo. La orina se escapa cuando ejerces presión sobre la vejiga al toser, estornudar, reír, hacer ejercicio o levantar algo pesado.

  • Incontinencia urinaria por urgencia. Tienes una necesidad repentina e intensa de orinar, seguida de una pérdida involuntaria de orina. Es posible que tengas que orinar con frecuencia, incluso durante toda la noche. La incontinencia urinaria por urgencia puede deberse a una afección menor, como una infección, o a un trastorno más grave, como un trastorno neurológico o diabetes.

  • Incontinencia urinaria mixta. Experimentas más de un tipo de incontinencia urinaria; la mayoría de las veces, esto se refiere a la combinación de incontinencia de esfuerzo e incontinencia urinaria por urgencia.

 

Factores de riesgo

Los factores que aumentan el riesgo de padecer incontinencia urinaria son:

  • Sexo. Las mujeres tienen más probabilidades de sufrir incontinencia de esfuerzo. El embarazo, el parto, la menopausia y la anatomía femenina normal dan cuentas de esta diferencia. No obstante, los hombres con problemas en la glándula prostática tienen un riesgo mayor de sufrir incontinencia urinaria por urgencia y por rebosamiento.

  • Edad. A medida que envejeces, los músculos de la vejiga y la uretra pierden fuerza. Los cambios que sobrevienen con la edad reducen la cantidad que la vejiga puede retener y aumentan la posibilidad de liberar orina involuntariamente.

  • Sobrepeso. El exceso de peso aumenta la presión sobre la vejiga y los músculos circundantes, lo que los debilita y permite que pierdas orina cuando toses o estornudas.

  • Tabaquismo. El tabaco puede aumentar el riesgo de padecer incontinencia urinaria.

 

Si la incontinencia urinaria afecta tus actividades diarias, no dudes en consultar al médico. Para la mayoría de las personas, los cambios simples en el estilo de vida y la dieta o la atención médica pueden tratar los síntomas de la incontinencia urinaria.

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Fístulas vaginales

 Una fístula vaginal es un orifico anormal que conecta la vagina con otro órgano, por ejemplo, con la vejiga, el colon o el recto. El médico podría describir el trastorno como un orificio en la vagina que permite que las heces o la orina pasen a través de esta.

Las fístulas vaginales pueden manifestarse a raíz de una lesión, una cirugía, una infección o un tratamiento con radiación. Cualquiera sea la causa de la fístula, es posible que un cirujano deba realizarte una intervención para cerrarla, a fin de restablecer la función normal.

Existen varios tipos de fístulas vaginales:

  • Fístula vesicovaginal. También denominada «fístula vesical», este orificio se presenta entre la vagina y la vejiga urinaria, y es del tipo que los médicos ven con más frecuencia.

  • Fístula ureterovaginal. Este tipo de fístula se produce cuando se presenta un orificio anormal entre la vagina y los conductos que transportan la orina desde los riñones hasta la vejiga (uréteres).

  • Fístula uretrovaginal. En este tipo de fístula, también llamada «fístula uretral», el orificio se produce entre la vagina y el conducto que transporta la orina hacia afuera del cuerpo (uretra).

 

Las pacientes con fístula vesicovaginal se deben evaluar mediante cistoscopia y estudio de imagen del tracto urinario superior .Es habitual que con la cistoscopia se localice el sitio de la fístula, su tamaño y su relación con los orificios ureterales. La cistouretrografía miccional nos ayuda a identificar la presencia y localización de la fístula.

 

Una Fístula vaginal se puede reparar por abordaje vaginal, abdominal (abierto o laparoscópico) o combinado en casos complejos.

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Prolapso genital

Cuando los músculos y los ligamentos que sostienen los órganos pélvicos de una mujer se debilitan, estos órganos pueden caer en la pelvis y crear una protuberancia en la vagina (prolapso). Por lo general, las mujeres presentan prolapso de los órganos pélvicos años después de un parto, luego de una histerectomía o después de la menopausia.

Síntomas

En general, el prolapso uterino leve no provoca signos ni síntomas. Los signos y síntomas del prolapso uterino moderado a grave comprenden:

  • Sensación de pesadez o de un tirón en la pelvis

  • Tejido que sobresale de la vagina

  • Problemas urinarios, como pérdidas (incontinencia) o retención de orina

  • Problemas para evacuar los intestinos

  • Sensación de estar sentada sobre una pelota pequeña o como si algo cayera de tu vagina

  • Preocupaciones sexuales, como por ejemplo una sensación de aflojamiento del tono del tejido vaginal

A menudo, los síntomas son menos molestos por la mañana y empeoran a lo largo del día.

 

Si tienes síntomas, como sentir presión en la zona pélvica, consulta con un profesional de salud.

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Cistocele (Vejiga caída)

El prolapso vaginal anterior, también conocido como cistocele o prolapso de la vejiga, es cuando la vejiga cae de su posición normal en la pelvis y empuja la pared de la vagina.

Los órganos de la pelvis —que incluyen la vejiga, el útero y los intestinos— suelen mantenerse en su lugar gracias a los músculos y los tejidos conectivos del suelo pélvico. El prolapso anterior se produce cuando el suelo pélvico se debilita o si se ejerce demasiada presión sobre el suelo pélvico. Esto puede suceder con el tiempo, durante el parto vaginal o con estreñimiento crónico, tos violenta o levantamiento de pesas.

 

Síntomas

En casos leves de prolapso anterior, es posible que no notes signos ni síntomas. Cuando se manifiestan los signos y síntomas, estos pueden incluir los siguientes:

  • Una sensación de pesadez o presión en la pelvis y la vagina

  • En algunos casos, un bulto de tejido en la vagina que puedes ver o sentir

  • Aumento de la presión pélvica cuando te esfuerzas, toses, te agachas o te levantas

  • Problemas para orinar, incluso dificultad para iniciar un chorro de orina, la sensación de no haber vaciado completamente la vejiga después de orinar, la sensación de una necesidad frecuente de orinar o la pérdida de orina (incontinencia urinaria)

Los signos y síntomas suelen notarse en especial después de permanecer de pie durante largos períodos y pueden desaparecer cuando te acuestas.

 

Factores de riesgo

Estos factores pueden aumentar el riesgo de tener prolapso anterior:

  • Embarazo y parto. Las mujeres que han tenido un parto vaginal o asistido por instrumentos, los embarazos múltiples o cuyos bebés tuvieron un alto peso cuando nacieron tienen un mayor riesgo de prolapso anterior.

  • Envejecimiento. El riesgo de tener prolapso anterior aumenta con la edad. Esto se da en especial después de la menopausia, cuando la producción corporal de estrógeno (que ayuda a mantener el suelo pélvico fuerte) disminuye.

  • Histerectomía. La extirpación del útero puede contribuir a la debilidad del suelo pélvico, pero no siempre es así.

  • Genética. Algunas mujeres nacen con tejidos conectivos más débiles, que los hace más vulnerables al prolapso anterior.

  • Obesidad. Las mujeres con sobrepeso u obesidad tienen mayor riesgo de tener prolapso anterior.

 

Cuándo debes consultar a un médico

 

Un prolapso de vejiga puede ser incómodo, pero rara vez es doloroso. Dificulta el vaciado de la vejiga, lo que la hace susceptible a las infecciones. Solicita una cita con el médico si tienes algún signo o síntoma que te moleste o que afecte tus actividades diarias.

 

El prolapso anterior es tratable. Para un prolapso leve o moderado, el tratamiento no quirúrgico suele ser eficaz. En casos más graves, puede ser necesaria la cirugía para mantener la vagina y otros órganos pélvicos en sus posiciones correctas.

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